jueves, 1 de julio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (6)


26 Mayo 2010

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.
6. El Arte y el aire.

Imitamos, siempre imitamos, aunque sea “l’air du temps”, no podemos evitar ser hijos de nuestro tiempo aunque lo rechacemos y reneguemos de él. 

Resiguiendo a Hegel sabemos que el espíritu de una época influye en los productos artísticos y en sus artífices, y también en las demás personas que lo disfrutan o lo sufren. Nadie ni nada puede escaparse al tiempo que le ha tocado vivir, su sombra lo impregna todo y a todos nos modula y nos da parte de nuestra forma. Así pues, es una evidencia reiterada afirmar que el arte es también un hecho social al manifestarse y emerger en una familia de seres humanos, sus obradores, personas únicas, y aunque no siempre independientes ni autónomas, ni tampoco emancipadas ni libres, sí iguales, dignas y diferentes.

El arte parece ser un camino de doble vía, muda y se transforma según el momento porque cambia quien lo hace y también quien lo mira. Sin embargo, y para ser más precisos, el arte, como cualquier otro artefacto, permanece, y al hacerlo es también como una corriente, como un río, siempre igual y al mismo tiempo diferente. Con todo, cualquiera nos habla de los bañistas, de los peces que en él viven y que anhela pescar e incluso de los meandros y saltos de agua, pero nadie nunca nos habla del río.

“Todas las formas son semejantes, y ninguna es igual a las otras. Si bien su coro guía hacia una ley oculta”. Goethe. Citado por Claude Lévi-Strauss en su “Elogio de la Antropología”.

Esa ley oculta es el arte.

Sabemos de los artistas que ya fallecieron, conocemos sus vidas, sus obras y su momento sin explicarnos que su mano y sus pinceles, su arpa y su pluma, viajan en una barquita dejándose ir por el curso del río, porque en realidad no cambia el autor, que termina por morir y ser enterrado, y sí el espectador que siempre es otro y nunca el mismo.

La obra permanece, da igual que fuera Miguel Ángel el pintor, la Capilla Sixtina la sigo contemplando yo, y después de mí lo hará mi hija.

¿Es el espectador también su autor?

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6H
-“Querida Verónica, te advierto cariñosamente que no deberías leer tanto a Ortega, sus reflexiones sobre el amor y las mujeres parecen en ocasiones más una venganza que una especulación sincera y desapasionada. Me respondes sarcástica afirmando que siempre hay una buena razón para vengarse de una mujer. ¿Así lo afirmas, tú, querida mía, que también lo eres?, te pregunto, y me contestas que sí, que tú también eres una venganza.”

“Era Mona Lisa una criatura satánica, hermana de la serpiente, que a su vez fue hermana de Eva; operaba en forma de tentación. Pero al enseñar a cada hombre lo absurdo de su limitación, al mostrarle que el universo es más comprensivo que su oficio, que su sistema, que su temperamento, que su pueblo, realizaba una influencia socializadora incitando a cada cual a desear a ser el prójimo. El descontento es la emoción idealista, nos arroja de nuestro círculo de realidad”, “La Gioconda” Ortega y Gasset. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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6M
-“Siempre me reprochaste en silencio mi relación con Antonio T., nuestro profesor. Aunque te enfadaste conmigo cuando se inició luego callaste, pero nunca pudiste ocultar tu tristeza y la decepción que sentiste por mí. No te lo reprocho, ya sé que mi “asalto” a su fortaleza la efectué con poco estilo, no fue nada elegante ni discreta, es verdad, parecía una vulgar “groopie” en celo ofreciéndose a su héroe, al cantante de moda. En aquellos momentos llegué a contar hasta seis las alumnas que como yo lo esperábamos al salir de clase; más tarde supe también que unas cuantas lo llamaban por teléfono invitándole a cualquier cosa; si alguna se cansaba de insistir aparecían siempre otras en su lugar. Él siempre iba picoteando a pesar de estar bien casado con una mujer excelente.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

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