miércoles, 15 de septiembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (44)

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

44. Teodoro Van Babel.

¿Qué relación existe entre un tirano y Dios? ¿Qué tiene todo eso que ver con el arte y la pintura? No lo sabemos, pero en el capítulo dedicado a “La invención” del famoso libro de Joan Fuster, “El descrédito de la realidad”, el autor valenciano nos cita a Kandinsky cuando el ilustre abstracto proclamaba que “Hoy, un punto dice más en pintura que una figura humana”

Nos gusta Fuster cuando afirma sin pudor ni miedo que los abstractos se desprenden “no sólo de la realidad exterior, sino también de la realidad interior; tanto de la del mundo de los sueños, como de la del mundo sensible. No pretenden pintar “retratos” –ni saben pintar imágenes: en el fondo, son pintores sin imaginación-. Ni “retratos” de las cosas que se ven, ni “retratos” de las cosas que se sueñan. El cuadro es una superficie plana que han de llenar de espacios coloreados, de puntos y líneas que no son más que eso, puntos y líneas -¿con resonancias dramáticas?-.
¿La puerta número 9 de “El Garaje hermético” qué separa?, ¿la realidad o los sueños? Sin duda los sueños también forman parte de la realidad, la pregunta tiene trampa, está mal formulada, es mejor así: ¿La memoria de qué lado de la puerta está?, ¿en el asteroide “Flor” o en la estación “Ópera” del metro de Paris?”.

Tal vez debamos recordar en este momento al pintor flamenco Teodoro Van Babel y las palabras que escribió de él nuestro amigo peletero. 

Teodoro Van Babel fue un pintor con dos dispares habilidades, la del retrato y la de la composición simbólica.

La primera queda bien probada en la variedad de retratos que realizó a lo largo de su vida. De entre todos ellos es obligado resaltar los que hizo a su propia hermana Silvia, a su esposo y a los hijos de ambos.

A pesar de que Silvia tuvo que emigrar a Londres para casarse con un comerciante inglés, Teodoro logró retratarlos a todos desde la distancia, sin verlos siquiera, utilizando para ello únicamente la memoria, la intuición y las descripciones de su hermana. Todos inacabados, pues nunca llegó a finalizar ninguno de esos retratos familiares en los que a veces él también se incluía.

Los años pasaban, las personas cambiaban y los retratos nunca se terminaban. El resultado que nos ha quedado, después de capas y capas de pintura es el de unos bocetos, donde los personajes parecen no tener ni edad ni peso. Fantasmas provisionales que no consiguen traspasar el espejo.” (“El ojo y el negro-1 El peletero)

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44M
-“Mi amiga Paulina se quejaba el otro día de su vida, y que teme perder al hombre que la cuida y que dice querer, afirma con ironía que no había pensado terminar enamorada de un enfermero. Le pregunté directamente cómo hacían el amor ya que ella está medio paralizada. Me miró sorprendida y me respondió airada algo obvio, “hacemos el amor como podemos, como todo el mundo, ¿no?”. Tenía razón, todo el mundo hace lo que puede. Me quedé pensando y recordé cosas de su juventud y de la mía, y me callé.

¿Cómo hacíamos el amor tú y yo, Víctor?, ¿cómo podíamos?, ¿como lo hace todo el mundo? Sé cómo lo hacías tú, lo que ignoro de verdad es cómo lo hacía yo.” (La madeja. Cartas a un amigo.)
 
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44H
-“Querida Verónica, hoy he ido al oftalmólogo, mi ojo izquierdo se encuentra mejor, pero todavía no está curado, no veo bien con él, está todo borroso y desenfocado como cuando uno se despierta de un sueño y se encuentra al lado a una leona o a una princesa india desmelenada.
El médico me ha dicho que todavía tengo la córnea hinchada por culpa del herpes, me ha recetado unas gotas nuevas con cortisona, espero no perder visión.

La tuya debe de ser buena, pero si me vieras no me verías de los kilos que he adelgazado desde la última vez que me viste, no me reconocerías, estoy flaco y se me caen los pantalones, circunstancia que, y según cómo, es oportuna y pertinente, pero que en otras resulta inconveniente. Sin embargo parece que a las mujeres de aquí les gusta, son bastante perezosas en la cama y no tienen ni la gracia ni la gentileza de desnudarte así que tengo doble trabajo, desnudarme yo y desnudarlas a ellas.

Ya sabes que todos miramos la carne de maneras diferentes, en eso se basa la pintura, en el color que se elige para ella. ¿El amor?, el amor es verde y en ocasiones amarillo, en según que momentos se esconde en el blanco y en otros en el negro, pero poco más. Un poco de gris le iría bien.

¿Cómo hacíamos el amor?, mal, como todo el mundo. Eres una mentirosa, tú mejor que nadie sabías cómo y qué hacías en tu cama cuando había más gente.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

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