Amor y hierro. (5)
Todo  aquello que puede ser descrito con palabras es literatura aunque para  ello necesitemos mil imágenes mentales para lograrlo. 
Josep  Pla afirmaba, en una frase ingeniosa, que la novela es literatura  infantil para adultos. Su propósito era el de minusvalorar la ficción en  favor de la difícil descripción. No podía ser de otra manera en un  hombre que consideraba que el reto literario más importante es la  elección del adjetivo correcto. No osaremos criticar su aserto primero  en el que estamos totalmente de acuerdo -aunque pocas veces sigamos la  recomendación que de él se dertiva-, pero sí consideraremos que más  cardinal que el adjetivo es el sustantivo que debemos pintar, aunque  ninguno de ellos consiga, como en el dibujo de René Magritte, ser nunca  una pipa.
Según  define la RAE “ilustrar” significa dar a luz al entendimiento, aclarar  algún punto o materia usando, entre otras cosas, imágenes, adornar con  ellas un texto, instruir, civilizar, hacer ilustre a alguien o a algo.
¿Existe la imaginación literaria pura? Naturalmente que sí, en la poesía escrita, la palabra también configura nuestra memoria.
Cuentos,  sueños y juguetes, pueblan desnudos nuestras fantasías, y nuestras  noches y días llenos de apariciones y madrugadas. Somos un esbozo en  alguna libreta escondida dentro de una caja que guardamos en un altillo o  debajo de una cama.


 
No hay comentarios:
Publicar un comentario