jueves, 16 de febrero de 2012

El peletero/Teodoro Van Babel (12)


Teodoro Van Babel

12.
El fruto.

En la tierra que pisamos y morimos, sólo hay ruina y hambre, la justicia es tan escasa como la salud en la vejez, no hay destino y sólo deber, y aunque el azar manda está siempre sometido a la necesidad y a la escasez. La secuela más evidente del primer pecado, según el Santo, romano puritano, es el sexo que perpetúa la miseria que nos envuelve y de la que somos consecuencia al parir hijos uno detrás de otro como si estuviéramos condenados a comer la misma manzana una y otra vez. La oscuridad de la piel de la hija de Rebeca, para un hombre de su tiempo, es el símbolo de un fruto más podrido que prohibido, es la prueba de nuestra tropiezo.

Pero... ¿fue la invención del sexo la consecuencia de la falta de juicio y discernimiento o al revés, la causa de los hechos que más tarde acontecieron? ¿El sexo se inventó antes o después de la caída? Según la Biblia después, pero...

Nosotros pensamos que el sexo es un espejo y que en él se vieron.

¿Qué vieron al verse desnudos por primera vez?, ¿descubrieron a un extraño o se vieron a sí mismos en el otro? ¿Se vieron igual que Narciso en el estanque o tal vez contemplaron a la horrenda Medusa?

¿Qué vio Adán en Eva?, ¿una fuente o un desagüe? ¿Qué vio Eva en él?, ¿un soldado o un alfarero? ¿En ellos anidaba la cólera de los héroes o la ambición de los siervos?

Quizá Eva y Adán son Edipo desdoblados a los que la verdad revelada les muestra que no somos la víctima que pensábamos y sí el asesino y, sin duda, ambas cosas juntas y al mismo tiempo.

----------------------------------

“El negro fue la expresión de mis primeras colecciones. Grandes líneas negras que simbolizaban el trazo del lápiz sobre la página en blanco: la silueta en el cénit de su pureza. De ese modo trabajaba en toda la gama de los tintes sombríos, salvo el rojo, ese color noble y peligroso, base del maquillaje, de la pintura de labios y de uñas, color de la sangre y de lo religioso. Evitaba los colores claros, refugiándome en la tinta negra cada vez que me ponía a trabajar –y fracasaba- en un vestido blanco.”

(...)

“En la escuela de Dior y de Chanel aprendí a liberarme de la presión del dibujo, haciéndome disponible para la llamada materia, del color, de la música o del cuerpo de un maniquí. Recuerdo que de la ópera de Gershwin Porgy and Bess y del encuentro con una maniquí negra, salió a la luz una colección. Me gustaba el equilibrio, la armonía, el misterio del cuerpo de esa mujer. Sobre su piel negra el color cambia, dando a la ropa una fuerza y una dignidad insospechadas. Llevaba un traje sastre de pantalón rosa pálido, una blusa de un rosa más vivo, mientras que una cinta que salía de la blusa le ceñía el pantalón.”

(Yves Saint-Laurent - Introducción a “Historia técnica y moral del vestido” de Maguelonne Toussaint-Samat. Alianza Editorial 1990.)

No hay comentarios: