La
nitroglicerina, el mar, el penis i la poesia.
Que un home es baixi els pantalons i els calçotets en un escenari d’una
sala d’actes plena a rebentar no és pas cap novetat ni res d’estrany avui en
dia.
Que mostri una perfecta erecció al públic, i que es passegi per la platea
mostrant-la orgullós i convidant als espectadors a tocar-li el membre per
calibrar la qualitat de la trempada, tampoc.
Explicat així, però, hom pot pensar que aquesta exhibició descriu alguna
mena d’espectacle eròtic quan la realitat narrada correctament diu
que no, ans el contrari.
L’escena que comento va formar part d’una conferència mèdica impartida per un
dels inventors de la Viagra, Giles
Brindley que, en les seves investigacions inicials, no tenia a ningú altre
-a cap conillet (valgui l’expressió) o ratolí- amb el que experimentar que ell
mateix.
L’escena està perfectament explicada aquí.
A més, s’ha de dir, que un dels components actius, la nitroglicerina no afectava inicialment a l’estudi del fal·lus masculí i les
seves grans i extraordinàries virtuts, sinó al cor humà en general i les
angines de pit.
Aquesta, com tothom sap, és una casualitat poètica típica en la ciència, i omple
l’anècdota d’encís a l’enllaçar metafòricament dues coses que en aparença, tal
i com senyala l’anatomia, no tenen pas res a veure: un penis i un cor, però que
la pràctica i l’experiència diària ens diu que són gairebé el mateix, pot
semblar rar, però no ho és. Com deia Palau i Fabre, els homes ploren pel penis,
no pas pels ulls.
La tristor del meu amic al que ha abandonat la seva novia ho mostra ben
clarament.
Sigui com sigui, gràcies als efectes positius per a la humanitat de la Viagra
o perquè una casualitat poètica em porta a l’altre, recordo que l’Alexander
Fleming va morir l’any que jo vaig venir al món i que gràcies a la penicil·lina
no sóc cec de naixement.
La meva segura ceguera -de no existir la penicil·lina- no té ja cap mena d’importància
a aquestes alçades, però m’ha vingut al cap de sobte, d’una manera espontània
com un record infantil o una erecció involuntària, incontrolable.
Ha succeït practicant meditació no transcendental, fent el mandrós, simplement contemplant
a l’hora baixa el mar immens ara que s’està acabant l’estiu i que també, una
classe especial de metges, que així diuen que s’anomenen, recepten beure la
seva aigua per guarir malalties. En tot cas, això, beure’s l’aigua de mar, avui
en dia, tampoc té ja res d’estrany ni és pas cap novetat.
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Diario de verano (6)
La nitroglicerina, el mar, el pene y
la poesía
Que un
hombre se baje los pantalones y los calzoncillos en un escenario de una sala de
actos llena a rebosar no es ninguna novedad ni nada extraño hoy en día.
Que muestre
una perfecta erección al público, y que se pasee por la platea mostrándola
orgulloso e invitando a los espectadores a tocarle el miembro para calibrar la
calidad del empinamiento, tampoco.
Explicado
así, sin embargo, se puede pensar que esta exhibición describe algún tipo de
espectáculo erótico cuando la realidad narrada y explicada correctamente dice todo
lo contrario.
La escena
que comento formó parte de una conferencia médica impartida por uno de los
inventores de la Viagra, Giles Brindley que, en sus investigaciones iniciales,
no tenía a nadie -a ningún conejito (valga la expresión) o ratón- con el
que experimentar excepto él mismo.
La escena está
perfectamente explicada aquí.
Además, hay
que decir, que uno de los componentes activos , la nitroglicerina no afectaba inicialmente al estudio del falo masculino y sus grandes
y extraordinarias virtudes, sino al corazón humano en general y las anginas
de pecho.
Esta, como
se sabe, es una casualidad poética típica en la ciencia, y llena la anécdota de
encanto al enlazar metafóricamente dos cosas que en apariencia, tal y como
señala la anatomía, no tienen nada que ver: un pene y un corazón, pero que la
práctica y la experiencia diaria nos dice que son casi lo mismo, puede parecer
raro, pero no lo es. Como decía Palau i Fabre, los hombres lloramos por el pene,
no por los ojos.
La tristeza
de mi amigo al que ha abandonado su novia lo muestra claramente.
Sea como sea,
gracias a los efectos positivos para la humanidad de la Viagra o porque una
casualidad poética me lleva a otra, recuerdo que Alexander Fleming murió el año
que yo vine al mundo y que gracias a la penicilina no soy ciego de nacimiento.
Mi segura
ceguera -de no existir la penicilina- no tiene ya ninguna importancia a estas
alturas, pero me ha sobrevenido de repente, de una manera espontánea
como un recuerdo infantil o una erección involuntaria, incontrolable.
Ha sucedido
practicando meditación no trascendental, es decir, haciéndome el perezoso, simplemente contemplando a media
tarde el mar inmenso ahora que se está acabando el verano y que también, una
clase especial de médicos, que así se dicen llamar, recetan beber su agua para
curar enfermedades. En todo caso, eso, beberse el agua de mar, hoy en día,
tampoco tiene ya nada de extraño ni es ninguna novedad.
2 comentarios:
No sabía la anécdota del inventor de la Viagra pero claro, tiene su razón de ser, chocante pero la tiene, jajaja.
Las razones a veces son así, dentro de la mayor lógica se encuentra el descabale más absoluto. Como en la erecciones, creo yo (no tenerlas no supone no llegar a entenderlas, o al menos pensarlas). Pero seguro que de eso sabe usted más que yo.
Existen penes tristes, claro. En general son unos órganos muy expresivos, o eso vuelve a parecerme a mí. Al menos los que yo he conocido, podría decir. Reconozco que siempre me han provocado mucha curiosidad y no he tenido problemas en preguntar e investigar. Aunque no todos los sujetos eran receptivos, hay quien se toma muy a pecho eso de su pene (ve? de nuevo la relación entre el pene y otras partes corporales)
Y ya ve lo que a usted le salvó estuve apunto de matarme a mí con apenas seis meses, soy alérgica a la penicilina (tres cruces, recitaba como un loro siendo muy pequeña; insistencia materna para que lo aprendiera incluso antes de saber mi dirección).
Y no sería yo quien bebiera agua de mar, cuando las olas me revuelcan y ya. Se me ocurren pocas cosas menos sanadoras pero... es que de todo hay en este mundo de los chamanes del XXI.
Yo recetaría buchitos de buen vino, mucho mejor! y una buena conversación mientras o una tarde perezosa y dedícate tiempo. Eso sí que cura.
O se intenta.
Me divierten mucho sus diarios. Nunca sé por dónde va a salir o que curiosidad tocará hoy.
Besos con horizonte.
Querida Marga, ¿qué cosa mejor podemos hacer que reírnos de nosotros mismos y de las cosas que nos cuelgan?, porque colgar a todos nos cuelga algo, una novia, un pensamiento, un moco, un pene, una teta, las mejillas, la papada, la nalga izquierda más que la derecha, incluso se nos puede caer la mandíbula inferior cuando la realidad nos sigue sorprendiendo.
Lo que a mí me permitió ver a usted la hubiera matado, pero uno no es lo contrario de lo otro aunque lo pueda parecer. Lleve siempre a la vista alguna señal que indique que es alérgica a la penicilina.
Me alegro que le gusten mis diarios.
Besos veraniegos
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