Diari de primavera. (13)
Classe magistral de l’Albert.
Classe magistral de l’Albert. Entre línies hi ha petites
aportacions meves, directes algunes i d’altres conseqüència de cents de
converses tingudes al llarg dels anys.
No hi és tot, qui vulgui llegir el post i seguir sencera la
resta de la conversa (que encara no ha acabat) que faci clic aquí.
En tot cas vull afirmar explícitament la bondat de
l’aparent contradicció que per a molts tindrà l’expressió: Art comercial. Expressió que, com és evident, no té res a veure amb
una de similar morfològicament: la
comercialització de l’art. Ambdues són la nit i el dia, però és molt
possible que els artistes romàntics, avantguardistes i puritans no siguin
capaços de entendre-ho.
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Diario
de primavera (13)
Clase
magistral de Albert.
Clase
magistral de Albert. Entre líneas hay pequeñas aportaciones mías, directas
algunas y otras consecuencia de cientos de conversaciones mantenidas a lo largo
de los años.
No
está todo, quien quiera leer el post y seguir entera el resto de la
conversación (que aún no ha terminado) que haga clic aquí.
En
tono caso quiero afirmar explícitamente la bondad de la aparente contradicción
que para muchos tendrá la expresión: Arte
comercial. Expresión que, como es evidente, no tiene nada que ver con una
de similar morfológicamente: la
comercialización del arte. Ambas son la noche y el día, pero es muy posible
que los artistas románticos, vanguardistas y puritanos no sean capaces de
entenderlo.
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Muchas gracias Emilio por mostrarnos la
cara de esta revista que es una verdadera leyenda. A la manera de las más
poderosas y respetadas leyendas, todo el mundo las menciona con devoción aunque
pocos hayan tenido el privilegio de poderse acercar a ellas. Si no estoy
equivocado, en este caso incluso han circulado muy pocas imágenes. Será su
provecta edad la razón por la que se haya prodigado poco.
En “Arte Comercial” (la manera de definir
nuestra profesión en la época) ya se vislumbraba la necesidad de que toda
estética funcional debía disponer de un cuerpo teórico que la sustentara, o al
menos una metodología para su gestión; los intentos por describirse lo
confirman y dan prueba de su misión pionera y visión adelantada: “Revista
Técnica de Publicidad y Organización”, “Revista Técnica de Organización,
Publicidad y Ventas”, “Organización, Publicidad y Ventas”. No olvidemos que el
Técnico Publicitario era en aquél entonces el estratega, tanto de lo
“artístico” como de lo “comercial”; todo se enfocaba desde el punto de vista
publicitario y parece que las enseñanzas de la Bauhaus quedaban muy lejanas o
nadie se acordaba de ellas. Y por supuesto nadie tenía ni idea de que la
comunicación como disciplina teórica podía aportar, aglutinar y dar sentido al
tan exacto objetivo de “atraer y convencer”.
Valentín plantea una interesante cuestión a
la que yo respondería que no se trata tanto de una coerción como de una
fidelidad -incluso inconsciente- a la propia época, al gusto de los tiempos,
algo inaprensible que evoluciona; y que el profesional, que se nutre de
innumerables fuentes, asimila. Love is in the air.
(…)
Me acuerdo que, por ejemplo, en el post
dedicado a Daniel Gil nos maravillábamos de lo “moderna” que resulta su obra, y
apresuradamente concluíamos que era debido a que era buena. Javier Asín nos invitó
a indagar y extraer las claves en el libro acabado de publicar que
generosamente nos recomendaba: “Daniel Gil. Los mil rostros del libro”, de José
Manuel Ruiz Martínez y editado por la Obra Social de Caja Cantabria.
En el post dedicado a las portadas de
libros de los años 60-70 de Alberto Corazón, en un comentario mío las comparaba
con las de Daniel y decía que así como las de éste estaban concebidas “de una
pieza”, las de Alberto lo estaban a base de retales, y cada uno a su modo nos
han legado unos trabajos intemporales. Puede ser que dentro de cincuenta o cien
años no se perciba así, pero ahora me parece que no es ningún disparate
afirmarlo.
En cambio, ante los ejemplos gráficos de
los años 40-50 de “Arte Comercial” o los primeros anuncios de El Corte Inglés,
o la obra de Ramón Calderón, no podemos decir lo mismo, no se ven “modernos”,
quiero decir que no parecen que estén hechos hoy, aunque nos fascinen.
Por tanto, nos pueden seducir o quedar
admirados por su calidad, tanto si los reconocemos con una cualidad que nos
parece intemporal como si estrictamente son fieles a la estética gráfica
imperante en los años en los que se concibieron. Me pregunto: ¿Daniel Gil
hubiera hecho una portada para “Arte Comercial” en los años 40 ya con el estilo
que inició en los años 60?
Los incomparables carteles polacos (por su
calidad y porque sólo los crearon ellos), se consideran unos clásicos modernos
que si en algún otro lugar se dan, no tenemos la menor duda en considerar que
aquellos habrán sido su inspiración estilística.
La gráfica Art Nouveau, o la psicodélica
del Power Flower ¿son posibles rescatarlas sin incurrir en un pastiche, a no
ser que el objetivo a comunicar haga referencia a un hecho de alguna de las dos
épocas?
sigue…
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