viernes, 28 de junio de 2013

El Peletero/L'heroi



Hemeroteca pelletera

L’heroi

En una altra de les conferències que citàvem de Borges, la titulada L'art d'explicar històries, l'escriptor argentí remarca i es lamenta de l'escissió produïda entre la mera poesia lírica i la narració d'històries. En l'antiguitat, ens diu, ambdues coses eren el mateix, la seva divisió va provocar el naixement de la novel·la, que qualifica com una degradació de l'èpica.

Borges manifesta també que la diferència fonamental entre l’una i l’altra, entre l’èpica i la novel·la, rau en què la primera significa el triomf de l'heroi encara que sigui a través de la seva derrota, ja que ella sempre aconsegueix ser un model i un exemple a seguir pels homes. La novel·la, en canvi, representa el fracàs d'un home, no pas la seva derrota i sí el seu fracàs, totes dues són diferents. I el fracàs d'un home és el fracàs de ser home, ja que en un de sol de nosaltres estem representats tots, l'heroi, en canvi, únicament es representa a si mateix.

Borges ens assenyala igualment que en els nostres dies els fruits de l'èpica han estat escassos, cita pocs exemples, Els set pilars de la saviesa, de T. H. Lawrence, La balada del cavall blanc, de Chesterton, Le feu, d'Henri Barbusse, ens cita Kipling també i conclou afirmant que és a Hollywood on veritablement ha proliferat i triomfat l'èpica, encarnada perfectament al Western.

En aquesta conferència Borges ens torna a recordar que els successos de la història no només serveixen per explicar-la, això és el que és obvi, en ella hem de tractar també de llegir entre línies, i procurar així descobrir, deduir?, algunes altres veritats i ensenyaments que ens siguin valuosos.

La Ilíada sorprèn per la seva modernitat, els personatges que trobem són tan humans com nosaltres mateixos. En ella, a part de la ira del seu protagonista, se'ns explica també el sac de Troia. Tots coneixem el pretext de la guerra i les veritables raons d'ella. Un honor ferit, una gelosia malaltissos i la cobdícia d'homes com Agamèmnon. Al costat d'ell trobem també pirates, lladres, aventurers, oportunistes, mercenaris, esclaus i homes lliures. Borges ressalta també una cosa que altres ja han fet abans que ell i que és de summa importància repetir. La veritable història que narra la Ilíada és la d'un home que coneix que no aconseguirà el seu objectiu i que abans d'arribar morirà. Aquesta és la veritat del poema homèric: tractar d'explicar el significat que representa embarcar i romandre després en un vaixell que saps que inexorablement s'enfonsarà, i tu amb ell.

Troia tampoc desconeix (ho saben els que ho han de saber, els que són algú) que sucumbirà i serà destruïda, i tots els seus habitants morts o esclavitzats. Aquest sembla ser el final tot i que la història no acaba aquí.

Els déus tenen una manera molt rara de fer justícia i Borges ens la recorda a l'esmentar una vegada més que el llinatge gloriós no es troba en la casa de d’Agamèmnon ni en la d'Ulisses i sí en la de Príam i, tal vegada, en la d'Aquil·les també. La glòria està en la derrota encarada, mai en la victòria aconseguida.


(Continuarà)

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El héroe.

En otra de las conferencias que citábamos de Borges, la titulada El arte de contar historias, el escritor argentino hace hincapié y se lamenta de la escisión producida entre la mera poesía lírica y la narración de historias. En la antigüedad, nos dice, ambas cosas eran lo mismo, su división provocó el nacimiento de la novela, que califica como una degradación de la épica.

Borges manifiesta también que la diferencia fundamental entre una y otra, entre épica y novela, radica en que la primera significa el triunfo del héroe, aunque sea a través de su derrota, pues ella siempre consigue ser un modelo y un ejemplo a seguir por los hombres. La novela, en cambio, representa el fracaso de un hombre, no su derrota y sí su fracaso, ambas son distintas. Y el fracaso de un hombre es el fracaso de ser hombre, pues en uno solo de nosotros estamos representados todos; el héroe, en cambio, únicamente se representa a sí mismo.

Borges nos señala igualmente que en nuestros días los frutos de la épica han sido escasos, cita pocos ejemplos, Los siete pilares de la sabiduría, de T. H. Lawrence, La balada del caballo blanco, de Chesterton, Le feu, de Henri Barbusse, nos cita a Kipling también y concluye afirmando que es en Hollywood donde verdaderamente ha proliferado y triunfado la épica, encarnándose perfectamente en el Western.

En esa conferencia Borges nos vuelve a recordar que los sucesos de la historia no solamente sirven para contarla, eso es lo obvio, sino que también debemos tratar de leerlos entre líneas, y procurar así descubrir, ¿deducir?, algunas otras verdades y enseñanzas que nos sean valiosas.

La Iliada sorprende por su modernidad, los personajes que encontramos son tan humanos como nosotros mismos. En ella, aparte de la ira de su protagonista, se nos cuenta también el saco de Troya. Todos conocemos el pretexto de la guerra y las verdaderas razones de ella. Un honor herido, unos celos enfermizos y la codicia de hombres como Agamenón. Junto a él hallamos también piratas, ladrones, aventureros, oportunistas, mercenarios, esclavos y hombres libres. Borges resalta también algo que otros ya han hecho antes que él y que es de suma importancia repetir. La verdadera historia que narra la Iliada es la de un hombre que conoce que no logrará su objetivo y que antes de alcanzarlo morirá. Ésa es la verdad del poema homérico: tratar de contarnos el significado que representa embarcarse y permanecer luego en un navío que sabes que inexorablemente se hundirá, y tú con él.

Troya tampoco desconoce (los que deben conocerlo, los que son alguien) que perecerá y será destruida, y todos sus habitantes muertos o esclavizados. Este parece ser el final aunque la historia no termina aquí.

Los dioses tienen una manera muy rara de hacer justicia y Borges nos la recuerda, al mencionar una vez más que el linaje glorioso está en la casa de Príamo y no en la de Agamenón, ni en la de Ulises, tal vez en la de Aquiles. La gloria está en la derrota encarada, jamás en la victoria lograda.



(Continuará)

10 comentarios:

Marga dijo...

He ido leyendo sus entradas aunque en silencio, un virus malvado me dejó sin ganas ni fuerzas. Una vez recuperadas vuelvo a mi ser. Y aquí estamos.

Ya le dije en otras ocasiones, Borges no es muy de mi agrado. Para mí tiene la condición de autor sabotaje: cuando comienzo a disfrutar de lo dicho por él siempre termina fastidiándome el placer con su elitismo. Cierto amargor en la vista, para mí, que está contraindicado con la lectura gozosa. Qué le voy a hacer. Y que me temo que hay acciones que retratan a un ser humano y por mucho que me empeñe nunca podré pasar por alto. Hay líneas que no hay intelectual que valga. Y hay tantos...

La épica me interesó un poco más en mi juventud aunque con el paso de los años no deje de parecerme un invento muy masculino. Tiene su puntito al ser leída, no digo yo que no, pero los héroes me cargan en sus empeños. Y siempre me quedaré con las batallas de quietud que adiviné en Penélope mientras leía la Odisea, a la par que el zascandil de su marido se las pasaba navegando intentando ser el macho más alfa que el mundo ha dado. Por no hablar del pequeño salto de tiempo y espacio que media entre Helena y la Bovary, y aquí andamos, tan proclives a amargar la vida de los hombres con nuestras malas artes. De ahí la modernidad de la Illiada, que no es tal, es el mismo miedo transcurriendo siglos. Y el mismo conjuro literario

Ya le digo, y es que las cuitas heróicas como mucho forman una media sonrisa en mi cara, para mí los héroes tienen algo de inconsciencia, ingenuidad y egoísmo infantil. Y no me los puedo tomar demasiado en serio, ni en el Western ni viendo la jungla de Cristal. Ya ve, me dan ganas de reprenderles, suelen dejarlo todo manga por hombro, esperando que tras su paso alguien venga y recoja los desaguisados que todo buen héroe que se precie provoca.

Pero eso sí, por siempre me quedaré con Homero y su misterio, su contarnos el sinsentido de la existencia, la fragilidad de la misma, héroes o humanos al pairo de unos dioses viscerales y juguetones que tan bien retrataban el azar personalizándolo. Es el mejor revulsivo contra los coachin actuales, jajaja, se me acaba de ocurrir. Más Homero y menos idioteces, señores míos!

Y también, por esas asociaciones que la cabecita tiene, me quedo con Durrenmatt, el dramaturgo suizo, autor de Hércules y el establo de Augias. Si tiene ganas de reirse y cavilar acerca de glorias o de la existencia humana, se la recomiendo encarecidamente. En cualquier caso pasará un muy buen rato, se lo aseguro.

Besos de andar por casa

El peletero dijo...

Recuerdo perfectamente su comentario sobre Borges, querida Marga, y en alguna que otra ocasión también sus referencias, como la que hace ahora, a la épica. Ya se sabe, en este mundo nuestro, ustedes, las mujeres, siempre han sido las adultas, las que construyen los nidos, los hombres no dejamos de jugar, por eso nunca he entendido el malentendido permanente que las asocia, a ustedes, a las mujeres, con una personalidad más romántica, cuando la evidencia nos dice, pero la corrección política nos obliga callar, que no lo son más que los cocodrilos hembra del Serengueti.

A mí, por poner un ejemplo personal, me aburre soberanamente Cezanne, el pintor francés, me decepciona, se me cae de las manos o de los ojos, por así decir, considero que es un globo deshinchado, pero comprendo y reconozco su importancia, a no ser –es muy posible- que me sienta influenciado, mal influenciado, por la crítica francesa que ha mandado en el mundo del arte desde hace muchos años y siglos y que, en realidad, Cezanne no valga lo que dicen que vale. Tal vez tenga usted razón y su gusto, su olfato literario, el de usted, le indique el criterio acertado coincidiendo con sus preferencias y más allá de ellas, preferencias, la de cada uno, que, dicho sea de paso, sólo nos importan a nosotros.

Pero sí comete usted un error que es confundir “La jungla de Cristal”, y narraciones parecidas, con la épica, es un error típico y, perdone la expresión, grave. Eso no tiene nada de épica, es solamente espectáculo circense en el peor de los sentidos, un entretenimiento que no va más allá. Sería, disculpe también la exageración, confundir “Romeo y Julieta” con un relato erótico o viceversa, error también muy común, la viceversa.

“The searchers”, “El hombre que mató a Liberty Balance” o “Sin perdón” son obras maestras de la épica que no tienen nada que ver con esas junglas de cristal que menciona. La misma historia de “El hombre que pudo reinar” de Kipling, de la que se hizo una extraordinaria versión cinematográfica o igualmente “La Reina de África”. Y las que Borges menciona como “Los siete pilares de la sabiduría” que dio lugar a la película “Lawrence de Arabia”. Podría seguir y me sería imposible parar, como “Miguel Strogoff” o “El último mohicano”, la lista es interminable igual que las “Mil y una noches” y el mismísimo “Quijote” que la ultrapasa para convertirse en mucho más.

(Sigue)

El peletero dijo...

Quizá, no lo sé, al leerlas siento todavía la emoción de las historias de guerra de mi padre que nos las relataba para ahuyentar a los fantasmas, que sobrevivió a ellas y a su recuerdo y que, una vez anciano, no quería contarlas de nuevo, se negaba. Cuando más tarde perdió el habla por culpa del Alzheimer le cantábamos en casa canciones de cuna y de guerra, de la República y de la guerra de Europa, y se nos ponía a llorar como un niño abandonado, pero contento, y nos miraba, con sus ojos grises y húmedos, como si hubiera encontrado el camino de regreso a casa. Nunca olvidaré su sonrisa. Eso, querida Marga, era épica, no tenga la menor duda, como cuando su compañía, en mitad de un campo de patatas, se bajaba los pantalones para despiojarse, cien muchachos jóvenes y llenos de salud, en fila, enseñando sus vergüenzas alicaídas al sol tratando de cazar piojos, Cappa hubiera pagado un año de salario para fotografiarlos. Lo que la épica suscita no son los tortazos ni los destrozos, mi querida amiga, aquello que interpela es otra cosa como el mismo Homero trata de decirnos y decirse a sí mismo y que usted resume de manera muy acertada, “el mismo miedo transcurriendo siglos. Y el mismo conjuro literario”. La muerte ineludible.

Pero... para gustos colores.

En cualquier caso en esas conferencias se habla de literatura y de poesía como el comentario que Borges hace sobre el poema de Frost y en el que yo veo similitudes con Brodsky y su “Gran Elegía”, ambos, en buena parte, épicos, igual que sus traducciones detallistas y pormenorizadas del inglés antiguo como si tratara de dilucidar si el rastreador wanderobo era teatral o sólo hablaba teatralmente, distinción nunca baladí y siempre necesaria.

Gracias por su recomendación, no la he leído, seguro que pasaré un buen rato, el mismo Kafka, por poner un referente, es también, como Dürrenmatt, más que entretenido.

Besos épicos.

El peletero dijo...

Hay también otra cuestión a tener en cuenta, querida Marga, y es la referida a la “modernidad” de una obra de arte. Es evidente que esa es una expresión coloquial que trata de poner de relieve que no es desemejante, extraña o lejana al pensamiento y a la sensibilidad contemporáneas. Es importante recalcarlo porque es precisamente una de las hipótesis que en esos post intento expresar y exponer y que en el titulado “¿De qué hablamos?” se formula explícitamente en las palabras de Wallace Stevens: “WS afirma algo, para mí, de primordial importancia, algo referido a la modernidad y a la antigüedad: “lo que importa en último término es de qué se habla”, con ello creo que pretende afirmar que se puede hablar de lo mismo en diferentes momentos del tiempo igual que se puede hablar de lo mismo con un lápiz o un pincel. “

Besos a lápiz y a pincel.

El peletero dijo...

Una de las grandes virtudes de una obra de arte es que refleje su tiempo y el tiempo de todos, los que vivieron entonces y los que vivimos ahora.

Fe de erratas:

Capa se escribe con una sola p

Cézanne lleva acento.

Y Liberty Valance se escribe con V no con B

Marga dijo...

Hoy he leido algo que me ha hecho gracia y me ha recordado su post y sobre todo nuestros comentarios: no hay que olvidar que Homero escribió SU guerra de Troya, no la guerra de Troya.

Pues igual, señor Peletero, igual que usted, yo o incluso los guionistas de Hollywood. Por mucho que usted crea que se trate de un error. El único error es olvidar que cada cual cuenta su guerra y no a todos les gusta o le sale a cuenta (si hablamos del imperio de las películascomochurros) contarla de igual manera, ni siquiera los matices. La épica será, o no, un simple matiz con más o menos gusto e interés para unos cuantos. Más bien pocos, para qué engañarnos.

Lo que por otro lado -debe ser porque es lunes, sabrá disculparme- me produce un enorme cansancio. Aunque tampoco se trata de dramatizar, otros días (martes, jueves, etc) sólo me hace gracia y me da la risa tanto empeño por señalar con tanto enfásis el este sí, este no que nos traemos entre manos.

Besos pereza

El peletero dijo...

No he entendido casi nada de lo que dice, querida Marga, o peor, lo he entendido casi todo. Me parece que en sus palabras hay de nuevo otro error y un juicio de valor que se refiere, el error, a querer deducir una categoría general, la épica, de un hecho particular, el gusto y la opinión de cada uno, y el segundo, el juicio de valor, a pensar que a pocos les interesa la épica, pero no me haga caso, debo de estar espeso, me sabe mal no haberla entendido bien excepto en eso de la pereza y el cansancio, eso sí me ha quedado claro, en cualquier caso, gracias por responder aunque le cause pereza la cuestión y aunque sea para decir que le causa pereza la cuestión. Usted siempre ha sido muy amable conmigo en esta su casa.

Perdón por el énfasis, cada uno es libre de ponerlo donde mejor le convenga y le plazca.

Besos nada perezosos

Marga dijo...

Lamento que no entienda, o peor, que entienda o ya no sé qué porque hace rato que me perdí.

Me salto lo del error y lo del juicio de valor, no lo veo o no lo veo como usted . Que no es igual pero podría ser lo mismo.

Lo que si me gustaría aclarar en cualquier caso es que espero que no haya interpretado mi sinceridad con respecto a la pereza como una falta de amabilidad. Mi pereza no iba dirigida a nada que hubiera dicho usted, ni siquiera yo, aludía una generalidad, a la pereza que me producen los seres humanos en ocasiones.

Disculpas por adelantado si me expresé mal. La que debe andar espesa últimamente debo ser yo, me temo.




El peletero dijo...

Si alguien está espeso, querida Marga, ese soy yo, no usted. No tiene que pedir disculpas de nada porque no hay nada que disculpar, en todo caso debería hacerlo yo por mi ironía. Y también darle las gracias por leerme, el tiempo pasa volando y puestos a contar ya hace mucho que nos comentamos mutuamente y eso es una enorme fortuna.

Besos sin ironía.

El peletero dijo...

Si alguien está espeso, querida Marga, ese soy yo, no usted. No tiene que pedir disculpas de nada porque no hay nada que disculpar, en todo caso debería hacerlo yo por mi ironía. Y también darle las gracias por leerme, el tiempo pasa volando y puestos a contar ya hace mucho que nos comentamos mutuamente y eso es una enorme fortuna.

Besos sin ironía.