viernes, 23 de marzo de 2018

“Fingimos que trabajamos y ellos fingen que nos pagan.”

Limonov als 10 anys amb la seva mare a Jarkov

Diari de primavera (1)

Fingimos que trabajamos y ellos fingen que nos pagan.”

Retall de la biografia de Carrère sobre Limónov:

"El poder comprendió que si se continuaba contando la verdad sobre los campos y el pasado, existía un riesgo de acabar con todo: no sólo con Stalin, sino también con Lenin, y el propio sistema, y las mentiras sobre las que descansa. Por eso Ivan Denísovich supuso a la vez el apogeo y el fin de la desestalinización. Destituido Jrushov de sus funciones, la generación de apparatchiks salida de las purgas implantó, bajo la égida del afable Leonid Brézhnev, una especie de estalinismo blando, compuesto de la hipertrofia del partido, la estabilidad de los cuadros dirigentes, los enchufes, los nombramientos internos, las grandes y pequeñas prebendas y la represión moderada: lo que se ha llamado el comunismo de nomenklatura, por el nombre de la élite que se beneficiaba del mismo, pero este grupo selecto, en el fondo, era relativamente numeroso y, por poco que se siguieran las reglas del juego, no demasiado inaccesible. Esta estabilidad plomiza, carente de sentido y en cierto modo cómoda, prácticamente todos los rusos con edad para haberla conocido la recuerdan con nostalgia hoy que se encuentran condenados a nadar y muchas veces a ahogarse en las aguas heladas del cálculo egoísta. La gran máxima de la época, equivalente a nuestro “trabajar más para ganar más”, era: “Fingimos que trabajamos y ellos fingen que nos pagan.” No es muy estimulante como modo de vida, pero bueno: nos las arreglamos. No arriesgas mucho, a no ser que hagas estupideces. Pasamos de todo, reconstruimos en el fondo de las cocinas un mundo del que sabemos, seguros, a menos que te llames Solzhenitsyn, que seguirá siendo como es durante siglos, porque su razón de ser es la inercia.

En este mundo, un amable pajillero como Guenka, por volver a él, puede permitirse ser un masturbador afable, así como su padre puede permitirse ser chequista. Estaría mejor, desde luego, que se afiliase al Partido, como también lo sería que un joven francés, durante los mismos años, los treinta gloriosos, estudiará en la ENA o el Politécnico, pero si no lo hace no es demasiado grave, ni se morirá de hambre ni en un campo, le buscarán una pequeña sinecura burocrática gracias a la cual no le detendrán como a un parásito y elemento antisocial, y se acabó. Así pues, Guenka, sin la menor preocupación por el futuro, se pasa las noches bebiendo gratis con su amigo Eduard en locales regentados por colegas de su padre, y los días, al menos los de verano, en el quiosco del zoo, donde tiene barra libre y hace que su corte se desternille de risa expulsando a los clientes con la excusa de que se está celebrando el congreso extraordinario de domadores de tigres de Bengala, cuyo secretario general es él."

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Fragmento del libro Limónov, Emmnuel Carrère. Anagrama. Traducción de Jaime Zulaika.


Jarkov al 1964

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